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Trueno estrena el clip de “Real Gangsta Love”, con cameos de Milo J y Bhavi
Música
Publicado en 11/07/2024

Trueno lanza el clip de "Real Gangsta Love", uno de los hits de 'El último baile', mientras sigue de gira por Europa.

 

“Prefiere mi estilo, vieja escuela, Blockbuster (uh), le doy one love como un rasta”, canta Trueno en “Real Gangsta Love”, uno de los hits de El último baile, su reciente álbum, que tiene un famante clip dirigido por Anita Piñero y Hernán Kawec.

 

Mezclados entre los parroquianos de un típico bar porteño, Milo J juega una partida de truco y Bahvi conversa con un amigo. Mientras tanto, Trueno y su chica en la ficción, la actriz Manuela Vecino, beben cerveza y comen maníes, se seducen, arman su party y bailan ajenos a las miradas ajenas, protagonizan una trifulca (botellazo incluído), se llevan una empanada sin pagar (¿un guiño al célebre robo del pollo en Okupas?) y pasean por las calles de Buenos Aires.

 

Hay dos modos, al menos, de apreciar El último baile. Una de ellas es entregarse al flow, apagar las luces, subir el volumen, armar el party. Para eso fue, en definitiva, concebido este álbum, con especial énfasis en que los BPM (beats por minuto), vayan en ascenso, y que esa aceleración se traslade a la dinámica de esa fiesta.  

 

El otro modo es conectar con la infinidad de guiños que esconden las letras de las canciones porque El último baile está lleno de guiños: la hipertextualidad aplicada a la pista de baile. “Tranky Fanky” es un tema emblemático para entender el concepto del álbum. “Tranqui, funky, whoopty wop, me siento ODB smoking Brooklyn Zoo”, lanza el rapero. En esas líneas hay dos contraseñas: uno a la canción “Whoopty Wop” de T-Nutty, de 2011; la otra a “Brooklyn Zone”, de Ol’ Dirty Bastard, integrante de Wu-Tang Clan. La letra de ese tema también hace referencia a “Shook Ones (pt. II)”, una canción de Mobb Deep construida a partir de samples de artistas de jazz (“Jessica” de Herbie Hancock; “Kitty with the Bent Frame” de Quincy Jones). Y las baterías están tomadas de “Dirty Feet” de la Daly-Wilson Big Band, agrupación australiana de los años 60. Una avalancha de datos, encapsulada en los dos minutos y 38 segundos que dura la canción. 

 

 

Con Tatool y Brian Taylor como aliados esenciales en la producción, Trueno eludió las colaboraciones con cantantes, pero en la pegadiza “Pull Up” aparece la voz de Sean Paul, un sutil cameo que cumple el sueño infantil del artista. El final de esa canción festiva hace honor al cartel de “Parental Advisory Argentinian Content”: Trueno ofrece un homenaje a los raperos vernáculos que se ganan el mango improvisando rimas con las palabras que les sugieren los pasajeros del subte o el tren. 

 

La cuestión identitaria es fundamental a lo largo del álbum, porque si bien el mapa musical casi no aporta localismos (como ocurría en Bien o mal, 2022, el álbum por el que obtuvo el Gardel de Oro), el enfoque letrístico no pierde su origen: el artista que acumuló un millaje impactante en sus viajes por Iberoamérica, que recorrió las calles de Nueva York que dieron origen al hip-hop, no deja de mirar el mundo desde el barrio que lo vio nacer. Y hacia el final de “Como antes”, aparecen unos compases apenas que remiten al espíritu carnavalero, un guiño a la tradición murguera de las calles que lo vieron nacer.

 

Hay un coqueteo con la voz de Salomé en “Real Gangsta Love”, hay cierta melancolía en “Night”, una balada trapera con una letra en spanglish y el saxo soprano de Ramiro Flores como una sutileza aterciopelada, y hay un coqueteo funkero en “Oh Baby”, una oda a la bola de espejos en la que Trueno aplica su flow afilado.

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